Cierra la Puerta: Por Qué Tu Privacidad Es La Casa de Tu Salud Mental
Fuimos criados en la era de la sobreexposición. Creemos que la autenticidad es sinónimo de dar acceso total a cada rincón de nuestra vida, a cada pensamiento fugaz y a cada drama emocional. Y esta es una de las pendejadas más autodestructivas que hemos adoptado.
Yo fui el tonto que creía que si no compartía mi dolor de inmediato, estaba siendo falso. Y terminé dándole información íntima y preciosa de mi vida a gente que no merecía ni mi saludo.
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El Café No Es el Protagonista: La Única Cosa Mejor que un Café, Es un Café Contigo
Fui el necio que creía que la multitarea era un signo de inteligencia. Podía estar en una "cita", "reunión" o "café" con alguien, mientras mi cerebro procesaba simultáneamente tres emails, dos notificaciones de redes sociales y la lista de pendientes de la semana.
Y esta es la gran mentira de la era moderna: la tecnología nos ha hecho expertos en la ausencia.
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El Corazón y la Mente: La Batalla de Boxeo que Tienes que Aprender a Arbitrar
Fuimos criados con una tontería dual: o eres puramente emocional (el corazón manda) o eres puramente lógico (la mente controla). Y así, nos pasamos la vida en una Guerra Civil interna, donde el corazón y la mente se acusan mutuamente del desastre de tu existencia
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El Agotamiento del Disfraz: Por Qué La Ansiedad Es La Alarma De Tu Inautenticidad
Si sientes que el aire se te va, que el pecho te aprieta y que el motor interno nunca se detiene, tengo una verdad brutal: la mayor parte de esa ansiedad no la creó el mundo; la creaste tú con tu autoexigencia.
Nos convencieron de que el camino al valor pasa por ser el agradador profesional. Nos llenamos de expectativas autoimpuestas, no porque queramos un premio, sino porque en el fondo, tememos a la pregunta más dolorosa: "¿Y si no soy lo suficientemente valioso para los demás?"
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Señor, Ayúdame a Ver: Por Qué Juzgar el Defecto Ajeno Es la Peor de las Hipocresías
Si hay algo en lo que los humanos somos verdaderos artistas, es en la clasificación de la imperfección.
Nos encanta vernos como el pecador "controlado" frente al pecador "caótico". Creemos en la pendejada de que hay errores elegantes y errores vulgares. Yo fui el que creía: “Bueno, yo solo procrastino y me guardo mis sentimientos, eso no es tan grave como el que engaña a su pareja o el que explota de ira.”
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La Vergüenza es un Pantano: Si Te Quedas Callado, Te Hundes
La vergüenza es el pantano del alma. Es esa tierra fétida, movediza y oscura donde guardamos todo lo que nos hace sentir indignos: nuestros errores más grandes, nuestros secretos más oscuros, y esa voz interna que nos grita que no somos suficientes.
Y si hay algo en lo que somos expertos, es en quedarnos a vivir ah
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La Hamburguesa es Solo una Hamburguesa: Por Qué Somos Expertos en Complicarnos la Vida
Si hay algo en lo que los humanos somos expertos, es en tomar algo sencillo, meterlo en una licuadora mental y sacarlo convertido en un batido espeso de drama, neurosis y mil significados ocultos. Somos especialistas en complicarnos la vida.
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Por Qué Soltar Expectativas Rejuvenece Más Que Cualquier Crema
Si te pregunto qué es lo que más te roba energía, probablemente pienses en el trabajo, los hijos o el tráfico. Yo te digo que es algo mucho más simple: las expectativas que pones en la gente que te rodea.
Fuimos criados con una enfermedad silenciosa y agotadora: la Proyección. Es el acto pendejo de vivir esperando que los demás actúen, piensen y reaccionen exactamente como lo harías tú en su lugar.
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El Miniminizador Natural: Cómo Callarte para Evitar Conflictos te Convierte en una Bomba de Tiempo
La mayor tontearía que podemos heredar es esta frase: "Cállate la boca y no te metas en problemas."
Esa fue la lección inocente que un padre le dio a su hijo. Ante el bullying en la escuela, la injusticia de una mala nota, la respuesta era siempre la misma: "Aguántatela. Nadie se muere por eso. Evitemos los conflictos."
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El Freno de Emergencia: Por Qué la Procrastinación Después de una Pérdida NO Es Pereza, Es Dolor
Déjenme confesarles algo con la mano en el corazón: durante mucho tiempo, me juzgué por mi propia procrastinación. Creía que era una falla moral, un defecto de carácter, un simple "no quieres lo suficiente". Y me castigué con esa mentira.
Pero esa creencia es la más cruel de las tontearías. La procrastinación nunca es el problema. Es, sin filtros, el síntoma de que hay algo mucho más grande, más pesado, que está ocupando todo el espacio vital en tu alma.
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