El Fraude del Éxito: No Hay Logro Genuino Sin Éxito Emocional
Fui un necio que creyó en la vieja máxima: "Los negocios son negocios, las emociones son aparte." Yo pensaba que las emociones eran un bug en el sistema, un ruido molesto que había que ignorar o tragar para ser un profesional "serio".
Mi gran pendejada fue no entender que detrás de cada decisión —la inversión brillante, el email grosero, la procrastinación de un mes— está una emoción mandando órdenes.
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El Ticket Perdido y el Minuto que Tardé en Llamarme Tarado.
El Error: El Piloto Automático de la Autocrítica
Fui un tonto durante años, no por mis decisiones, sino por mis reacciones. Mi mente estaba cableada para el default de la autodestrucción, y no me daba cuenta.
El momento de la epifanía fue ridículo, y es una historia que te sonará familiar. Estaba saliendo de un centro comercial, conduciendo hacia la caseta de cobro del parking. Meto la mano en el bolsillo... y no siento el ticket.
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La Motivación es una Droga: Yo la Dejé y me Casé con la Disciplina
Fui un tonto motivacional, pero mis padres me curaron a la fuerza.
Mi viaje no empezó por la gloria, empezó porque a mis pulmones les dio la gana de fallar. Empecé a nadar por problemas de asma. No era un hobby cool, era una necesidad brutal. Y para curarme, el ritual de tortura era simple: entrenar a las 4:00 a.m. en agua fría.
Pero no solo eso. Mi entrenador era un hombre asiático cuyo concepto de la disciplina era militar. Él me exigía como si yo no fuera un niño asmático, sino Michael Phelps en la recta final de las Olimpiadas. No importaba si apenas podía respirar fuera del agua; dentro, él esperaba perfección.
Durante años, cada despertar era una batalla épica. Mi mente me gritaba: "¡Quédate en la cama! ¡El agua está helada! ¡No hay motivación para esto!" Yo me sentía cansado, miserable y no tenía ni una onza de motivación.
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El Mito de la Media Naranja: La tontería que me costó varios años de terapia
Fui un romántico tonto. De esos que creen que el propósito de la vida es encontrar a esa persona que tiene exactamente la pieza faltante de tu alma, la que te hará sentir completo.
Yo no buscaba una pareja; buscaba un kit de reparación personal. Quería que esa "media naranja" viniera, me pusiera en orden las neuronas, me pagara las deudas emocionales y, de paso, me recordara sacar la basura.
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Cuidado con las Palabras que Usas
Hoy vamos a documentar un error de proporciones épicas que cometí en el extranjero, y que me enseñó una lección fundamental sobre el poder de las palabras en nuestras emociones.
Hace muchos años, fui invitado a Brasil para dar una conferencia ante un grupo de catedráticos sobre la importancia de la educación. Como buen novato, me había preparado mentalmente para dar la mejor impresión posible, lo que incluía ser el tipo más amable y elogiador del recinto. Me lo había propuesto:
¡iba a ser un encanto!
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No te alcanza el tiempo porque te entretienes
Hablemos de una pregunta fundamental para la paz interior: ¿Qué es lo más importante para nuestro interior? La respuesta, aunque parezca sencilla, requiere una valentía brutal: poner las prioridades en orden y luego dejar que todo lo demás caiga en su lugar.
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La Trampa del Atajo: El Precio de Evadir el Proceso
Hablemos de esa tendencia humana tan persistente: buscar el atajo. Vivimos en la era de la gratificación instantánea, donde anhelamos la "fórmula mágica" que, con un solo toque, resuelva las dificultades y los nudos que nosotros mismos hemos creado. Queremos la solución exprés, la pastilla milagrosa, el hack mental que nos ahorre el esfuerzo.
Olvidamos, o elegimos ignorar, que la vida es intrínsecamente un proceso. Y son precisamente esos procesos —el esfuerzo, la espera, el error, la repetición— los que traen el verdadero crecimiento.
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El Ruido de las Opiniones: El Miedo a la Responsabilidad
Hablemos de algo que nos consume mucha energía: lo mucho que nos cuesta tomar decisiones.
Hace tiempo, un amigo estaba por renunciar a su trabajo para emprender un negocio. Lo consultó con su padre, con su pareja, con sus hermanos, con su mentor y hasta con su primo lejano. La presión era tanta que organizó una cena donde reunió a todos para que votaran. El resultado fue un empate. Frustrado, me dijo: "¡No sé qué hacer! Si renuncio y fracaso, quiero asegurarme de que todos sepan que no fue mi culpa."
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El Juego Sutil de la Manipulación
Hablemos de la manipulación, ese juego sutil y dañino que consiste en chantajear al otro para utilizarlo a nuestro favor, negándole su libertad de elegir.
Conocí el caso de una madre que llamaba constantemente a su hija pidiéndole que fuera a verla. Cuando la hija, exhausta por el trabajo, decía que no podía, la madre respondía: "Bueno, no importa. Pero estoy tan sola, y me siento tan mal. Si me pasara algo, al menos sabrías que hice todo lo posible por verte." El mensaje era claro: "Si no vienes, eres responsable de mi tristeza o de mi salud." La hija terminaba cediendo, no por deseo, sino por la pesada carga de la culpa.
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¿Por qué hay personas que nos irritan?
Hablemos de esa categoría especial de personas: las que te molestan, te exasperan o te sacan de quicio con solo existir. Puede ser su tono de voz, sus opiniones, la forma en que se ríen o que hablen demasiado lento.
A mí, por ejemplo, me irritan profundamente las personas que, cuando estoy hablando, no me dejan terminar una frase y ya están completando lo que quiero decir. Me enoja la impaciencia y la suposición.
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