¿Por qué hay personas que nos irritan?

Hablemos de esa categoría especial de personas: las que te molestan, te exasperan o te sacan de quicio con solo existir. Puede ser su tono de voz, sus opiniones, la forma en que se ríen o que hablen demasiado lento.

A mí, por ejemplo, me irritan profundamente las personas que, cuando estoy hablando, no me dejan terminar una frase y ya están completando lo que quiero decir. Me enoja la impaciencia y la suposición.

Un día, en un momento de honestidad brutal, me pregunté por qué esto me molestaba tanto. Fue entonces cuando me di cuenta de que, yo hago exactamente lo mismo. En muchas ocasiones, no dejo que el otro termine de hablar porque mi mente ya está formulando la respuesta.

El Secreto a Voces: El reflejo que odiamos

Este es un ejercicio muy interesante: el irritante que tienes enfrente, a menudo te está mostrando un defecto que es tuyo y que mantienes en secreto.

Escuché a un psicólogo decir una vez: "Si odias a una persona, odias algo en ella que es parte de ti."

Se supone que deberíamos ser más compasivos, pero la realidad es que somos menos tolerantes con aquellas personas que nos reflejan. El enojo que sentimos proviene de mantener en secreto esas partes de nosotros que no nos gustan y que otros, sin querer, nos reflejan.

Esto tiene sentido: tu mente está gastando energía para mantener oculto ese rasgo (tu impaciencia, tu tendencia a interrumpir, tu rigidez) y, cuando lo ves campante en otra persona, tu sistema de defensa se dispara. Es un recordatorio incómodo de aquello que quieres negar en ti mismo.

Ese mecanismo forma nuestro sistema de creencias y de autocrítica. Juzgar al otro es una forma de decir: "Yo no soy así", pero el alto nivel de molestia es la prueba de que, muy en el fondo, sabes que sí lo eres.

El Invitación al Cambio

La próxima vez que alguien te exasperé, no uses esa energía para juzgarlo; úsala para indagar en ti mismo. La persona que tienes delante no es el problema; es un mensajero.

En lugar de gritarles mentalmente por su defecto, pregúntate:

  1. ¿Cuándo y dónde hago yo esto mismo?

  2. ¿Qué me dice este defecto sobre la parte de mí que intento ocultar?

El cambio empieza cuando dejas de luchar contra el reflejo en el espejo. Deja de mantener en secreto esas partes que no te gustan y conviértelas en un área de crecimiento. La compasión por el otro solo puede nacer de la aceptación radical de ti mismo. Cuando te perdonas por ser imperfecto, automáticamente dejas de exigir perfección a los demás.

Elige la paz sobre la rabia. Elige la introspección sobre la crítica.

Luis Mendez