Una mentoría prometedora y la voz interior que ignoré
¿Alguna vez has sentido un presentimiento? Esa corazonada que te pincha en el estómago o esa "sensación" sobre una persona o situación. Es como un sexto sentido que te dice algo, aunque no sepas por qué. Eso, mis queridos lectores, es la intuición.
Es ese conocimiento que surge de manera espontánea, sin un proceso de pensamiento lógico paso a paso. La intuición es esa voz interior, una brújula invisible que te indica por dónde debes avanzar. Es una herramienta poderosa que te ofrece claridad, pero en muchas ocasiones, está distorsionada por la influencia de nuestros miedos, prejuicios y deseos.
Y créanme, sé de lo que hablo. Hace poco, tuve una experiencia que me enseñó una lección invaluable sobre la importancia de escuchar esa voz.
Mi historia: Un programa prometedor y una intuición ignorada
Me recomendaron una mentoría que, en esencia, prometía ser como ninguna otra. Su contenido parecía valioso y resonaba con lo que buscaba, así que decidí escribir para obtener mayor información. El CEO de la compañía respondió mis mensajes de forma fluida, ofreciéndome una llamada con él y su equipo. Accedí y agendamos.
Llegó el día de la llamada, y unos minutos antes, el CEO me envió un mensaje diciendo que, tal como me había explicado en un correo, la llamada sería con otra persona y no con él. Esto me pareció extraño. Fui a revisar el correo para verificar lo que decía, y resultó no ser cierto. ¡No había mención de ello!
En ese momento exacto, tuve esa sensación: una punzada sutil, una alarma interna que me decía que algo no encajaba. La claridad es mi valor no negociable; es lo que me ha impulsado a ser congruente entre lo que pienso, hablo y hago (un trabajo de todos los días). Esa pequeña incongruencia fue una señal.
Pero, ¿qué hice? Me salté esa sensación. Creyendo que "no pasaba nada", tuve la llamada en lugar de simplemente agradecer y marcharme de allí. Para no hacerte la historia más larga: contraté el programa.
Ocho días después, resultó ser totalmente opuesto a mis valores de vida, no por el contenido sino por la falta de claridad e incongruencia. Al final terminó en una conversación incómoda y la finalización de mi participación en dicha mentoría.
Sentí una mezcla de frustración y satisfacción. Frustración por no haber escuchado mi intuición a tiempo, pero satisfacción por haber sido, a pesar de los días perdidos, fiel a mis valores. Fue una lección costosa, pero poderosa. Me propuse, desde ese día, trabajar en mí para afinarme a escuchar la voz de mi intuición.
¿Cómo puedes liberar tu intuición de estas distorsiones?
Nuestra intuición es una guía interna increíblemente valiosa, pero como un músculo, necesita ser entrenada y liberada de las capas de miedo y ruido mental. Aquí te dejo algunas recomendaciones prácticas para afinar tu brújula interna:
Aprende a pausar y sentir. En la vorágine de la vida moderna, es fácil ignorar las señales sutiles. Cuando te enfrentes a una decisión, grande o pequeña, tómate un momento para respirar. Cierra los ojos si puedes. ¿Qué sientes en tu cuerpo? ¿Tensión, incomodidad, expansión, calma? Tu cuerpo es un gran receptor intuitivo.
Identifica tus miedos. La intuición a menudo se confunde con el miedo, pero son muy diferentes. El miedo te paraliza, te empuja a actuar desde la escasez o la urgencia ("Si no lo hago ahora, lo perderé"). La intuición, en cambio, es una sensación de orientación, de "este es el camino". Pregúntate: "¿Estoy tomando esta decisión porque me siento alineado con ella, o porque tengo miedo de las consecuencias de no tomarla?".
Conoce tus valores no negociables. Tu historia, como la mía, es el ejemplo perfecto. Cuando tienes claridad sobre cuáles son tus pilares fundamentales (honestidad, libertad, crecimiento, etc.), es mucho más fácil reconocer cuándo una situación no está alineada. Tus valores actúan como un filtro potente para distinguir tu verdadera intuición de las influencias externas.
Practica la auto-observación y valida pequeñas señales. No esperes grandes revelaciones. Comienza por escuchar tu intuición en pequeñas cosas. ¿Sientes que debes tomar una ruta diferente al trabajo? Hazlo. ¿Sientes la necesidad de llamar a alguien que no has visto en mucho tiempo? Hazlo. Cada vez que actúas sobre una pequeña corazonada y ves un resultado positivo, refuerzas tu confianza en tu intuición.
Desarrolla tu auto-confianza. A menudo dudamos de nuestra intuición porque dudamos de nosotros mismos. Cuanto más confías en tu propia sabiduría interna, más clara se vuelve la voz de tu intuición. Confía en que tienes la capacidad de discernir lo que es bueno para ti.
Mi experiencia con esa mentoría fue un recordatorio extraordinario de que la intuición no es un superpoder para unos pocos, sino una habilidad que todos poseemos y que se cultiva. Fue una lección que me dejó con una profunda sensación de satisfacción por haber sido fiel a mis valores, a pesar de todo. Y ese, creo, es el verdadero regalo de escuchar a esa voz interior: nos ayuda a ser más congruentes con quienes somos en esencia.
Así que, la próxima vez que sientas esa "cosita" en el estómago, esa punzada inexplicable... ¡pausa! Dale espacio a tu intuición. Podría estar ahorrándote muchos dolores de cabeza y guiándote hacia donde realmente necesitas ir.