El problema de la obesidad mental

Fui un tonto intelectual. Creía que mi valor y mi potencial de éxito estaban directamente ligados a la cantidad de conocimiento que podía acumular. Libros, podcasts, cursos, seminarios; era un devorador insaciable de información.

La mente humana es increíblemente necia. Nos encanta la sensación de poder que nos da saber algo. Pensamos: "Si leo este libro, ya soy experto en finanzas." O: "Si termino este curso, ya soy un líder."

Mi gran pendejada fue creer que saber era equivalente a hacer.

La realidad es que, si solo acumulas, te conviertes en un almacén glorificado. Tienes una biblioteca mental dañada de ideas geniales que jamás verán la luz. Yo lo llamo obesidad mental: estás lleno de nutrientes intelectuales que no usas para construir nada.

El Versículo que Cambió el Juego

El absurdo de esta acumulación me quedó claro con una historia simple, pero brutalmente cierta, sobre la sabiduría contra el conocimiento.

Un señor muy erudito se reunió con un amigo. El erudito se pasó la velada recitando la Biblia, versículo tras versículo, demostrando su vasto conocimiento teológico.

Su amigo, con una calma que revelaba una profundidad inmensa, le respondió:

"Yo solo me sé un versículo, amigo, y me cercioro de ponerlo en práctica todos los días."

¡Zas! Ahí estaba la lección de la vida. De nada sirve tener una biblioteca entera en la cabeza si nada pones en práctica..

La Disciplina del "Hacer Primero"

Mi camino hacia la madurez (el dolor constructivo) fue entender que el conocimiento es un excelente mapa, pero no es el viaje.

La disciplina no se trata de saber cuál es el entrenamiento de las 4 a.m. (ese es el conocimiento); se trata de levantarse y hacerlo (esa es la práctica). La disciplina es la acción que convierte el conocimiento en habilidad y, finalmente, en resultados.

La Congruencia (hacer lo que predicas) es la práctica del conocimiento. Si sabes que debes ser honesto con tu pareja (conocimiento), pero mientes en algo pequeño (falta de práctica), ese conocimiento no vale nada.

El Coraje (la valentía de hablar desde el corazón) no es saber qué decir, sino la práctica constante de decir la verdad aunque te tiemblen las piernas.

De cada libro, curso o podcast que consumes, la pregunta ya no es: ¿Qué aprendí? La pregunta es: ¿Qué acción, por más aburrida que sea, voy a poner en práctica HOY?

Si hay algo que aprendí del erudito bíblico es esto:

El conocimiento es poder, pero solo cuando lo usas.

Deja de acumular títulos en la cabeza y empieza a acumular acción en el mundo real.

Sé disciplinado con tu práctica. El mejor conocimiento es el que se convierte en comportamiento.

Luis Mendez