El imán de las relaciones conflictivas
¿Alguna vez te has preguntado por qué, a pesar de tus mejores intenciones, siempre te encuentras en el mismo tipo de relación conflictiva? Como un ciclo que se repite, atraes a personas que parecen tener los mismos problemas o que te hacen sentir de la misma manera. Muchos me preguntan: "¿Por qué, aunque trato de tener relaciones sanas, siempre me topo con el mismo tipo de persona?".
La respuesta a esta pregunta puede ser incómoda, pero es profundamente liberadora. El escritor Alejandro Jodorowsky escribió una frase que lo resume a la perfección: "Estamos irresistiblemente atraídos por quien va a darnos los problemas que necesitamos para nuestra propia evolución".
Esto significa que todo lo que evitamos resolver en nuestro interior se convierte en un imán para las relaciones problemáticas. Es como si el universo, en su sabiduría, te estuviera enviando un espejo para que veas aquello que necesitas trabajar en ti mismo.
El mensaje de la repetición
Cada relación conflictiva te está trayendo un mensaje. El drama, el dolor o la frustración que experimentas no son solo eventos aleatorios, sino lecciones que se te presentan una y otra vez para que finalmente las aprendas.
Por ejemplo, si tienes problemas de autoestima, es probable que atraigas a personas que te subestiman o que te hacen sentir inadecuado. Si tienes miedo al abandono, quizás te encuentres con parejas que no se comprometen o que te dejan. Si tienes dificultad para poner límites, es posible que atraigas a personas que se aprovechan de ti. El patrón se repite hasta que el mensaje es tan fuerte que no puedes ignorarlo.
La única manera de romper este ciclo de relaciones es entender ese mensaje y aprender la lección. De lo contrario, la vida seguirá repitiendo el ciclo, una y otra vez, con diferentes rostros y en diferentes situaciones.
El espejo de nuestras relaciones
Al final, nuestras relaciones son un espejo. No solo nos muestran lo que queremos o lo que merecemos, sino que también reflejan las partes de nosotros que están rotas y necesitan sanación.
El verdadero trabajo no está en tratar de cambiar a la otra persona, ni en culparla por el conflicto. El verdadero trabajo está en voltear el espejo hacia ti mismo y preguntar: "¿Qué me está enseñando esta situación? ¿Qué parte de mí está atrayendo este tipo de dolor?".
Cuando te atreves a enfrentar estas preguntas, dejas de ser una víctima del ciclo y te conviertes en el protagonista de tu propia evolución.