El Fuego de la Repetición 12: Por Qué Crecer Duele (Y Por Qué Deberías Elegir Tu Dolor)
El Error: Buscar la Vida sin Fricción
Fui un tonto que creyó que la vida de adulto exitoso consistía en alcanzar un estado de cero dolor. Pensaba que el objetivo era optimizar la vida para evitar la fricción, el esfuerzo y las sensaciones incómodas.
Pero la vida es física, y la física es crecimiento: crecer duele.
Esto lo entendí de la forma más primitiva y brutal en el gimnasio. Como parte de mi disciplina de entrenar todos los días, me tocó día de pierna: un ejercicio de 12 repeticiones lentas con un peso que, francamente, era muy alto.
Las primeras siete repeticiones las hice con la arrogancia del necio. Pero de la repetición 8 a la 12, el mundo se acabó. Las piernas me quemaban, los músculos gritaban, y mi mente me suplicaba que soltara la carga. Era un dolor insoportable, pero elegido.
Cuando logré terminar, la sensación no fue de alivio, sino de autoconquista. Sentí una gratitud profunda por haberle ganado a esa voz de pánico. Ese dolor no me estaba destruyendo; me estaba construyendo.
Los Dos Tipos de Dolor (Y Cuál Te Estás Comiendo)
El problema no es el dolor; es la clase de dolor que estás eligiendo. Solo existen dos:
El Dolor que Destruye (Sufrimiento): Es el dolor que viene del arrepentimiento, de la inacción y de la evasión. Es el dolor de despertar un año después y darte cuenta de que no cambiaste nada. Es el dolor que te está dañado por dentro por haberte tragado la rabia (como ya hablamos). Este dolor no construye nada.
El Dolor que Construye (Crecimiento): Es el dolor de la repetición 12. Es el dolor de decir "No" a tu pareja o a un amigo. Es el dolor de hacer tus hábitos diarios, de sentarte a trabajar cuando no tienes ganas (disciplina). Este es el precio de la mejora, y es un dolor que eliges.
Madurar es el Dolor de la Demolición
Este concepto se extiende directamente a la madurez. Para mí, madurar es aprender a cuestionar todo lo que crees.
Y eso duele, porque tienes que demoler los cimientos dañados que construiste cuando eras un tonto. Duele admitir que tus padres se equivocaron, que tu método no sirve o que la creencia que te dio seguridad durante años es una mentira.
Es un proceso de demolición mental. Es la misma sensación de ardor en las piernas: te quema porque estás forzando a tu mente a cargar un peso que nunca antes había soportado, un peso de responsabilidad y honestidad brutal.
Si evitas el dolor de cuestionar tus creencias, vas a vivir para siempre con el dolor del sufrimiento que te causa seguir actuando como un necio inmaduro.
Si hay algo que aprendí entre el agua helada y el dolor de las piernas, es que la vida no ofrece exención de dolor, solo ofrece un menú de dolor.
Si alguien te vende una vida zen sin dolor. Yo te digo que eso es una trampa.
La pregunta que debes hacerte hoy es simple:
¿Qué clase de dolor estoy comiendo hoy? ¿El dolor que me está construyendo para ser mejor, o el dolor que me está destruyendo por el arrepentimiento y la inacción?
Sé disciplinado con el dolor. Elige el fuego que te fortalece.