La Mentira del "Estoy Bien"
El Error: El Mito de la Fortaleza Estoica
Permítanme ser honesto: estamos viviendo en la tiranía del performance. Nuestra cultura nos ha programado para responder a la pregunta "¿Cómo estás?" con un reflejo automático: "Bien."
No importa si por dentro tu vida personal está en cenizas o si tu hater interno está gritando que eres un necio. La respuesta debe ser pulcra, profesional, y optimista: "¡Todo bajo control!"
Mi gran error fue creer que esa máscara de "estar bien" me hacía fuerte. En realidad, solo me hacía un dañado emocionalmente reprimido.
La Lección de la Vulnerabilidad Suprema
No soy fanático de la iglesia como institución, pero hay que quitarse el sombrero ante el manual de gestión emocional más antiguo de la historia, la Biblia, y ante su protagonista.
Jesús tuvo todas las emociones. Nunca escondió lo que sentía:
Lloró por la muerte de un amigo (Lázaro).
Tuvo un miedo paralizante y dudas la noche en el huerto, pidiendo que, si era posible, lo libraran de lo que venía.
Piensa en esto: el hombre que supuestamente tenía el "poder absoluto" nunca pretendió estar en un constante estado zen. Nos mostró que la fortaleza no es la ausencia de miedo o tristeza, sino la honestidad con que se gestionan.
Y, ¿qué hacemos nosotros, simples mortales? Hacemos todo lo contrario. Aparentamos todo el tiempo estar bien. Nos convencemos de que restarle importancia a lo que sentimos con un simple "Estoy bien, gracias" eliminará el dolor que sentimos.
¡Qué pensamiento tan tonto! Minimizar el dolor es como poner una curita sobre una herida de bala. El problema sigue ahí, pudriéndose por dentro.
El Costo de la Máscara Dañada
Mientras vamos por la vida vendiendo la imagen del "Estoy Bien," acumulamos una factura emocional gigantesca:
Rabia y Resentimiento: Todo lo que te tragaste se transforma en veneno silencioso.
Aislamiento: Nadie te conoce. Las personas se relacionan con la máscara, y te sientes profundamente solo y dañado porque nadie puede ver ni ayudarte con el verdadero tú.
La Explosión Inevitable: El dolor no desaparece, solo se acumula hasta que explotas en el momento más necio o inoportuno (como hice yo con mi amigo por falta de sueño).
Se requiere valentía (el verdadero Coraje: hablar desde el corazón) para desmantelar esa fachada.
El Coraje es Pedir Ayuda
Para el que soy hoy, la prueba de fuego de la madurez no es cuántas veces puedo saltar de un risco o cuántas medallas gané, sino mi capacidad de decir: "No estoy bien."
Ahí está la verdadera disciplina. Es la disciplina de la honestidad.
Deja de tragarte tu dolor y tu caos. El dolor existe, no se va a ir solo porque te mientas.
Tu misión ahora es encontrar un co-piloto. Busca una persona (un amigo de confianza, un terapeuta, una pareja) con quien no tengas que ser la máscara, sino la persona real. Alguien que no te juzgue si dices: "Estoy destrozado" o "Tengo miedo."
Hablar es el Coraje que te salva. Es la disciplina que evita que ese dolor acumulado te convierta en un tonto explosivo.
Si hay algo que aprendí del hombre más famoso del mundo y de mis propios errores es esto:
La fortaleza no es la ausencia de debilidad. Es la honestidad al compartirla.
Deja de ser el necio que se traga todo. Busca a alguien con quien procesar lo que sientes y permítete no estar "bien."
Sé disciplinado con tu verdad. Tu salud emocional te lo agradecerá.