La trampa de las discusiones: Perder el tiempo y el objetivo

Las discusiones, especialmente las que se calientan, tienen una forma insidiosa de robarnos algo precioso: el tiempo y el objetivo. Nos enfrascamos en ellas con la meta de señalar o defendernos, y perdemos completamente de vista lo que realmente importa.

El libro Conversaciones Cruciales cuenta una historia verdadera que lo ilustra perfectamente.

Dos hermanas pequeñas regresan a su habitación de hotel en Disney con su padre. Dado el horrible calor, ambas han consumido grandes cantidades de bebidas y solo piensan en una cosa: ir directamente al baño. Como solo había uno, la trifulca no tarda en estallar. Desesperadas, las niñas empiezan a empujarse e insultarse dentro del diminuto baño.

Una de ellas llama al padre: "¡Papá! ¡Yo llegué primero!" "Ya lo sé", dice la otra, "pero yo tengo que ir antes." "¿Cómo lo sabes? ¡No eres dueña de mi cuerpo! ¡Eres una egoísta!"

El padre propuso un plan: "Chicas, no voy a solucionar este problema por ustedes. Pueden quedarse en el baño y llegar a un acuerdo sobre quién entra antes y quién después. Solo hay una regla: nada de golpes." Mientras las niñas seguían discutiendo, el padre miraba su reloj. Después de 25 largos minutos, finalmente escuchó el flujo del agua en el inodoro. Cuando ambas salieron, el padre les preguntó: "¿Saben cuántas veces podrían haber ido al baño durante el tiempo que tardaron discutiendo?"

Dejar de tener la razón para empezar a conversar

Esta historia nos hace reflexionar sobre cuántas veces los adultos nos comportamos exactamente igual que esas niñas. No sabemos conversar. Hablamos con el otro para ver quién tiene la razón, nos ensimismamos en la defensa de nuestro punto y perdemos el objetivo de solucionar el problema o alcanzar lo que realmente importa.

En el corazón de este problema está nuestra incapacidad de priorizar el objetivo sobre el ego. Antes de entrar a discutir en cualquier conversación incómoda, puedes empezar haciéndote una pregunta simple y poderosa: "¿Qué es lo que realmente deseo?"

¿Deseas tener la razón, o deseas una solución? ¿Deseas castigar, o deseas restaurar la relación? Al responder a esta pregunta, puedes adoptar una línea de diálogo constructiva.

Seguridad: La clave de las conversaciones cruciales

Uno de los mayores problemas que ocurren en nuestras conversaciones es que no ayudamos a que los demás se sientan seguros al oír lo que tenemos que decir. Cuando alguien no se siente seguro en una conversación, el cerebro se pone en modo de autoprotección y solo elige uno de estos dos caminos: guarda silencio (se retira, se anula) o se vuelve agresivo (ataca, insulta, impone).

Y cuando no nos sentimos seguros, hasta los comentarios mejor intencionados parecen sospechosos, porque la desconfianza filtra cada palabra.

Para tener éxito en nuestras conversaciones y realmente avanzar hacia soluciones, deben importarnos los intereses de los demás tanto como a los nuestros. Esto significa crear un espacio de seguridad donde la otra persona sienta que puede expresar su opinión sin ser juzgada o atacada.

Aprende a conversar en lugar de atacar

Dejar de discutir no significa ceder, sino elevar el nivel de la interacción. Es comprender que la conversación no es una batalla legal donde tenemos que defendernos y solo puede haber un ganador.

El error fundamental en el que caemos es creer que nuestra razón es la única verdad. Pero la realidad es que nadie tiene la razón; todos tienen su razón. Cada persona ve el mundo a través de su propia experiencia, su propia historia y sus propios miedos.

Cuando aprendes a conversar en lugar de atacar, dejas de acumular minutos de frustración inútil y empiezas a invertir en soluciones y entendimiento mutuo. Al final, el objetivo de cualquier conversación crucial es lograr lo que ambas partes realmente desean, y no cuánto tiempo tardaron en vaciar el "baño" mientras se insultaban.

Luis Mendez