La mentira de que descansar es perder el tiempo
De niño, en tiempo de vacaciones, nuestra mayor distracción era pasar un rato acostados viendo caricaturas. En algún momento, mi mamá pasaba muy enojada diciendo que apagáramos la televisión y buscáramos qué hacer, porque no quería "haraganes" sin hacer nada en la casa. Rápidamente nos asignaba los quehaceres. Allí aprendí, sin darme cuenta, que descansar era sinónimo de ser un haragán y de perder el tiempo. Ya de adulto, era incapaz de tomar vacaciones; hacerlo me hacía sentir culpable.
¿Por qué hemos llegado a creer que descansar es una pérdida de tiempo?
Vivimos en una cultura donde nuestra autoestima está ligada a nuestra productividad. Hemos basado nuestro valor personal en lo ocupados que estamos, en la cantidad de cosas que logramos hacer. Por eso, la gente dedica muy poco tiempo a actividades que considera "sin propósito". Para muchos, la idea de descansar suena en su mente como una invitación a un ataque de ansiedad.
El costo de la vida sin pausa
Nos hemos convencido de que tenemos "cosas que hacer" y de que el tiempo es un recurso que debe ser explotado al máximo. Dedicar tiempo a no hacer nada simplemente nos estresa. Pero vivir a plenitud requiere que respetemos la necesidad del descanso.
El costo de esta mentalidad es altísimo. Estamos tan exhaustos que hemos perdido el sentido de vivir. Cuando por fin tenemos tiempo libre, en lugar de descansar, buscamos desesperadamente llenar ese vacío con actividades que nos den una falsa sensación de alegría y significado. Compramos cosas, vemos series, o nos atiborramos de actividades, todo para evitar el silencio que nos confronta con nuestro propio agotamiento.
Y los efectos no son solo emocionales. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades en Estados Unidos, la falta de descanso se asocia directamente con enfermedades y afecciones crónicas como la diabetes, las enfermedades cardíacas, la obesidad y la depresión.
La productividad nace del descanso
Hemos confundido la actividad con la productividad. Creemos que el que más se esfuerza es el que más produce, pero la realidad es que el rendimiento sostenible nace de la capacidad de renovarse.
Piensa en los atletas de élite, en los músicos virtuosos o en cualquier persona que destaque en su campo. Saben que el descanso no es opcional; es una parte fundamental de su entrenamiento. Es en la pausa donde el cuerpo se recupera, la mente se aclara y la creatividad florece.
El verdadero descanso no es un lujo, es una necesidad. Es el espacio que le das a tu cuerpo y a tu mente para procesar, para sanar y para prepararse para lo que viene. No eres un haragán por descansar; eres una persona que se valora y que entiende que el combustible de una vida plena no es la actividad incesante, sino la paz que encuentras en la pausa.
Date permiso para no hacer nada. Permítete disfrutar del silencio y de la quietud. Porque solo cuando te detienes, puedes recuperar el aliento y recordar por qué vale la pena vivir.