El tiempo: tu recurso más valioso

Cada día, nos despertamos y tenemos ante nosotros un recurso limitado y no renovable: el tiempo.

¿En qué lo empleamos? Lo que hacemos con él, momento a momento, es lo que nos construye o nos destruye.

Considera un dato asombroso que escuché hace poco: una persona que vive en la Ciudad de Guatemala pasa, en promedio, 5 horas al día en el tráfico. Esto equivale a 1,800 horas al año, lo que es igual a 75 días enteros. Es decir, más de dos meses de su año los pasa en el tráfico. Este tiempo no solo se pierde, sino que genera altos niveles de ansiedad y estrés que afectan profundamente la salud emocional y física. Sin embargo, a pesar de ser conscientes de esto, lo aceptamos como un costo inevitable de la vida moderna.

La sabiduría atemporal sobre el tiempo

Hace siglos, el filósofo Séneca le escribió una carta a su amigo Lucilio que sigue siendo dolorosamente relevante hoy en día. Decía así:

"De tal manera debes obrar, querido Lucilio: Que seas dueño de ti mismo, recoge y conserva el tiempo que acostumbran a arrebatarte, sustraerte o que dejas perder. Persuádete de que te escribo cosas ciertas: nos arrebatan parte del tiempo o lo dejamos perder. La peor de todas estas pérdidas es la que ocurre por negligencia propia; y, si atentamente lo consideras, verás que se emplea considerablemente parte de la vida en obrar mal y en hacer lo contrario de lo que se debía."

Séneca nos advierte que el tiempo es un bien que se escapa de nuestras manos, a veces robado por distracciones externas y otras veces, la peor de todas, por nuestra propia negligencia. Nos perdemos en lo que no importa, en lo que no suma, y olvidamos que nuestra vida no es más que la suma de todos esos momentos.

El tiempo que se acerca a la muerte

Séneca continúa con una reflexión que nos confronta con la realidad de nuestra mortalidad, algo que la mayoría de nosotros prefiere ignorar:

"¿Qué me presentarás que de su verdadero valor al tiempo? ¿Que comprenda que diariamente se acerca a la muerte? Nos engañamos al considerar que la muerte está lejos de nosotros, cuando su mayor parte ya ha pasado, porque todo el tiempo transcurrido te acerca a la muerte. Haz pues, querido Lucilio, lo que me escribes que haces, emplea bien todas las horas y menos necesitarás del porvenir cuanto mejor trabajes en el presente. Mientras nos detenemos, transcurre el tiempo."

Estas palabras son un recordatorio de que cada minuto que pasa es un minuto que no volverá. El tiempo no está en un futuro lejano; ya ha pasado. Lo que has hecho y lo que no has hecho con él, es tu vida. Por lo tanto, no hay tiempo para la procrastinación, ni para vivir de manera inconsciente.

¿Te construyes o te destruyes?

El propósito de la vida no es solo llegar al final, sino llegar al final habiendo usado cada momento de la mejor manera posible. La forma en que empleas tu tiempo, ¿te está construyendo o te está destruyendo? ¿Estás invirtiendo en tu crecimiento, en tus relaciones, en tu salud, o estás permitiendo que el tiempo se deslice entre tus dedos en actividades que te agotan y te dejan vacío?

La elección es tuya. Cada hora, cada minuto, es una oportunidad para vivir con intención. Haz lo que Séneca te pide: emplea bien todas las horas.

Luis Mendez