El peso del no ser suficiente
Estamos en tiempos de miedo y ansiedad. Vivimos con el miedo a perder y con la inseguridad de no tener lo suficiente. Quizás tu primer pensamiento al levantarte es: "No dormí lo suficiente", seguido de un "ya no tengo suficiente tiempo". Sean ciertos o no, esos pensamientos de insuficiencia los tenemos en automático, antes siquiera de pensar en cuestionarlos.
Pasamos la mayoría de nuestro tiempo quejándonos y preocupándonos de que no tenemos lo suficiente. No hacemos suficiente ejercicio, no tenemos suficiente trabajo, no tenemos suficiente descanso y mucho menos tenemos suficiente dinero. No somos lo suficientemente delgados, ni somos lo suficientemente inteligentes y mucho menos lo suficientemente atractivos. Incluso antes de levantarnos de la cama ya nos sentimos inadecuados. Despertamos sintiéndonos no suficientes y nos vamos a dormir con esa serie de pensamientos que nos dicen que no logramos ser suficientes.
La verdadera batalla
Pero aquí está la clave: la batalla real no es contra lo que te falta, sino contra el pensamiento de que no eres suficiente. La insuficiencia es un hábito, un ruido de fondo que hemos aprendido a escuchar y a creer. No se trata de una carencia física de dinero, tiempo o descanso, sino de una carencia interna de valor.
Hemos confundido el "tener" con el "ser". Creemos que si tuviéramos más, seríamos más. Y así, nos lanzamos a una carrera interminable por adquirir cosas, títulos, experiencias y validación, solo para descubrir que la sensación de vacío sigue ahí.
Rompiendo el patrón
Abordar la insuficiencia no significa buscar lo que creemos que nos hace falta, sino elegir una mentalidad de que ya eres suficiente. Esta es la verdad más radical y liberadora que podemos aceptar. No se trata de ignorar tus metas o de ser complaciente, sino de cambiar la motivación detrás de tus acciones.
Cada uno de nosotros tiene la opción de dar un paso y abandonar la insuficiencia. Se trata de una decisión consciente de dejar de vivir en el futuro y de comenzar a honrar el presente. Se trata de mirar lo que tienes y no solo lo que te falta, de mirar quién eres y no solo quién crees que deberías ser.
Al final, la paz no llega cuando lo tienes todo, sino cuando entiendes que ya eres todo lo que necesitas para comenzar.
Suscríbete gratis para recibir mis cartas del domingo y leer más consejos exclusivos cada semana.