Tu mente no es un establo: Dejar de rumiar y empezar a ordenar
Siéntate, tómate un sorbo de café. Quiero hablarte de algo que nos pasa a todos, pero que rara vez admitimos: el sobrepensamiento. Es esa voz interna que nunca se calla, el motor que sigue encendido incluso cuando ya llegaste a tu destino.
¿Sabes cómo funciona el proceso digestivo de una vaca?
Ellas comen pasto y luego, tranquilamente, lo regurgitan y lo vuelven a masticar (rumiación). Lo hacen una y otra vez para extraer todos los nutrientes. Pues bien, aunque suene gracioso, tu mente hace exactamente lo mismo con tus problemas. Le das una preocupación, y luego la regurgitas una y otra vez: ¿Qué le respondo a fulano? ¿Y si me equivoco? ¿Por qué hice eso hace cinco años? Este proceso de rumiación mental no te nutre; solo te agota.
El descubrimiento personal: Clasificar mi desorden
Hubo un tiempo en mi vida en que mi cabeza no paraba de pensar. Estaba agotado. Aprendí que intentar apagar mi mente era imposible; era como pedirle a mi corazón que dejara de latir. Mi gran descubrimiento fue que, no podía apagarla, podía enseñarle a ordenarse. Empecé a usar una herramienta simple, pero increíblemente poderosa, para clasificar mi desorden mental. Te comparto lo que a mí me funcionó para dejar de rumiar:
Paso 1: Vacía tu mente (¡Todo se vale!)
Toma una hoja de papel y empieza a escribir absolutamente todo lo que pase por tu cabeza. No juzgues, no filtres. Escribe el pensamiento tal como llega: "Olvidé hacer esa llamada", "Qué voy a hacer con el problema del coche", "Tengo que responderle a mi jefe", "Soy un desastre" “mi vecino es un idiota”, ¡todo! Escríbelo hasta que sientas que la cabeza está ligeramente más ligera. Ya le has quitado el peso de la memoria.
Paso 2: Clasifica tu desorden en dos mundos
Una vez que has vaciado la mente, toma otra hoja y divídela en dos. Este es el paso crucial para romper la rumiación:
Mundo de la ACCIÓN (Lo que puedo resolver): Aquí pones todo lo que depende de ti y sobre lo que puedes tomar una medida directa (Ej: Enviar un correo, pedir una cita, poner un límite).
Mundo de la ACEPTACIÓN (Lo que no puedo resolver): Aquí pones todo lo que ya pasó, lo que piensa el otro, o el futuro que no puedes controlar (Ej: El error que cometí la semana pasada, lo que opinará mi suegra, la lluvia de mañana).
El poder de esto está en la rendición: la columna de Aceptación es donde le dices a tu cerebro, con firmeza: "No hay nada más que hacer con esto, gracias por la información, volvamos al presente".
Enfócate en la acción, no en el drama
Ahora, ignora por completo la columna de Aceptación y enfócate solo en la de Acción. Aquí viene la parte donde pasas de la rumiación al progreso.
Clasifica el esfuerzo: Asigna un número del 1 al 10 al lado de cada tarea. El 1 es casi nada de esfuerzo (un correo rápido) y el 10 es un esfuerzo monumental (cambiar de trabajo).
Empieza por el "1": Empieza a trabajar inmediatamente en las tareas más fáciles, en las que requieren el mínimo esfuerzo.
Hacer esto te dará esas pequeñas victorias que tu cerebro necesita. Cada tarea que tachas libera dopamina, el neurotransmisor del placer, que te motiva a seguir subiendo a lo más complejo. Al final, habrás eliminado el desorden mental no apagando el pensamiento, sino canalizándolo.
Recuerda: el descanso mental no viene de tener menos problemas, sino de darles el lugar que merecen. Así que deja de rumiar como una vaca, coge ese bolígrafo y enséñale a tu cerebro quién es el que manda.